FLORES COMESTIBLES: HERENCIA CULTURAL Y SABOR EN LA COCINA L as flores no solo alimentan el cuerpo, también nutren la experiencia sensorial y evocan orígenes ancestrales más profundas. Para quienes no están muy familiarizados con ellas, las flores comestibles podrían parecer solo un detalle estético en un plato. Sin embargo, en muchas culturas del mundo han sido, desde tiempos antiguos, ingredientes esenciales por su sabor y propiedades nutricionales. Una herencia que florece en la cocina El uso culinario de las flores tiene raíces milenarias. Civilizaciones como la griega, romana, egipcia, china y mesoamericana las incorporaban en recetas, rituales y medicinas. En México, por ejemplo, la flor de calabaza ha sido parte de la alimentación tradicional desde épocas prehispánicas. Es uno de los países con mayor diversidad de flores comestibles, con más de 130 especies registradas. Su herencia culinaria protagoniza el uso de flores en la cocina, como las rosas, tulipanes, gerberas, girasol, orquídea, la vibrante buganvilia, la aromática lavanda, la flor de cempasúchil, el azahar, los claveles y la flor de Jamaica. Sabores, colores y texturas que inspiran El universo de las flores comestibles es tan amplio como fasci- nante. Presentes en una gran variedad de formas, tamaños y tonalidades; muchas de estas flores se cultivan como plantas anuales que completan su ciclo de vida en una sola temporada. Para garantizar su seguridad alimentaria, se cultivan de forma orgánica, sin pesticidas ni fertilizantes químicos, lo que las convierte en una opción saludable y natural. Cada flor tiene su propia personalidad: algunas son dulces y aromáticas, como la rosa o la lavanda; otras, en cambio, sorprenden con notas picantes, como la capuchina, o cítricas y refrescantes, como la begonia. Su riqueza sensorial abre un abanico de posibilidades en la cocina, donde se combinan belleza y sabor en cada preparación. En la cocina mexicana, estas flores se integran en platos sala- dos —como salsas, sopas, guisos y ensaladas— así como en recetas dulces, repostería e infusiones. Platos tradicionales mexicanos en los que florecen estos ingredientes: Las tortitas de flor de calabaza, la mermelada de flores de azahar, el guayaizote, el atole de gualumbo, la crema de flor de cempasúchil, los tacos de flor de colorín y el mousse de flor de nochebuena; la ensalada de berros, las tortas de huazontle, el agua de Jamaica, así como infusiones de manzanilla o romero, y platillos innovadores con rosa, pensamiento o geranio. Por Ana María Triana, Fundadora de AnaBella Dried Food, Consultora en Desarrollo Humano y Organizacional – Evoluteca Consulting & Advisors Una industria en expansión El creciente interés de los consumidores por la estética en la presentación culinaria, el uso de ingredientes puros, ecológicos y distintivos, así como su inclinación hacia dietas vegetales y veganas, se ha convertido en uno de los principales motores del mercado de las flores comestibles. En Estados Unidos el mercado de las flores comestibles ha experimentado una expansión, alcanzando en 2024 los $1,200 millones, proyectando que llegará a $3,000 millones en 2035, aumento que ha estado impulsado por la demanda de los sectores de alimentos y bebidas, productos horneados, lácteos y confitería. En un mundo cada vez más industrializado, las flores comes- tibles nos susurran que el alimento puede ser arte, memoria y reencuentro con lo natural. Al integrarlas en nuestras mesas, no solo vestimos de colores lo que nos nutre, sino que tejemos un puente entre lo ancestral y lo contemporáneo, honrando la tierra y nuestra valiosa herencia cultural. CONSEJOS ÚTILES 94 JULIO / AGOSTO 2025 ABASTO.COM
